Pues sí, amigas y amigos. Los hombres de Pablo Laso acaban de clasificarse para su quinta final nacional consecutiva tras una auténtica guerra en Valencia. Los locales se vinieron arriba en el tercer cuarto, pero la dupla Carroll-Llull se encargó de acabar con la revuelta naranja, que soñaba con alcanzar su segunda final de toda la historia del club (la primera y única fue en 2002).
Tras la disputa del primer cuarto, todo parecía indicar que los madridistas habían aparecido hoy en la Fonteta para cerrar la serie definitivamente y volver a Madrid para prepararse para la última guerra. Con Maciulis como principal referente ofensivo (fantástica su actuación en los primeros diez minutos, con 9 puntos), y Carroll, Llull y Thompkins como escuderos, los de Laso se marchaban al banquillo tras asestar un 18-25 en el marcador, pese al intento de rebelión por parte de Sato y Hamilton.
El segundo cuarto arrancó con dos triples consecutivos de los blancos (Carroll y Rudy) que no hacían más que aumentar la ventaja. Sin embargo, la tercera falta personal de Felipe y el Chacho desestabilizó levemente el juego madridista, provocando que Valencia se acercara minímamente en el electrónico de la mano de Hamilton (partidazo el suyo) y Fernando San Emeterio, que aguantaban el embiste como podían y sin intentar entrar en la zona, donde Gustavo Ayón se paseaba a sus anchas, amo y señor de la pintura. El acierto en el triple del Real Madrid (9/15 en la primera mitad) y los errores de los locales, sumado al mal porcentaje de tiro exterior de los taronja (2/11) nos dejaba un 38-44 al descanso. Bien es cierto que Valencia había logrado acercarse, pero el Madrid se creía (y se notaba) superior.
Todo cambió en el tercer cuarto. La pájara que les entró a los chicos de Laso fue tan grande que podríamos cambiarle el nombre. Un triple de Hamilton inauguraba el período, donde los de Pedro Martínez fueron claramente superiores, asestando golpes casi letales a un Real Madrid que, simplemente, perdió el norte. No se capturaban ni se luchaban los rebotes, se empezó a fallar todo lo que se intentaba anotar, se perdían balones, no se defendía...y Valencia se aprovechó. Comandados por un Hamilton estelar y un Dubljevic que le perdió el miedo a Ayón, los locales cortocircuitaron el juego del Real Madrid y llegaron incluso a ponerse por delante, aunque un tiro libre del Chacho mandaba el partido a los últimos diez minutos con empate a 53 (los blancos sólo anotaron 9 puntos en este cuarto)
Con tilas en las manos (o la bebida elegida por cada uno para intentar calmar los nervios), nos disponíamos a presenciar el último cuarto, que se antojaba de infarto. Y así fue. Un triple de Rudy y una canasta de Nocioni despertaban a los de Laso, pero Valencia no se rendía, y apoyados de su afición, empezaron un tira y afloja con los blancos que a más de uno nos puso de los nervios. Sin embargo, ahí aparecieron Sergio Llull y Jaycee Carroll para liderar a los suyos y, balón en mano, se dedicaron a dar lo que podría ser el arreón definitivo de los madridistas. Pero, una vez más, Valencia no se dejó achantar y, poniendo toda la carne en el asador (no tenían más remedio), se encomendaron a las manos de Hamilton y Dubljevic, que respondieron. Y, otra vez igualado el partido, empezó lo más "pesado" del encuentro: las faltas y tiempos muertos. Estoy segura de que más de uno sintió que estábamos en un bucle temporal eterno del que no podíamos salir: cometía falta el Real Madrid, tiros libres, tiempo muerto. Cometía falta Valencia, tiros libres, tiempo muerto. Y así una y otra y otra vez. Finalmente, la batalla psicológica (y la física) se la llevó el Real Madrid, que tras un ajustadísimo 80-82 se clasifica para su quinta final consecutiva. Ahí es nada.
¿Y ahora qué? Pues podemos permitirnos el ¿lujo? de sentarnos cómodamente a ver quién será nuestro rival en la final. Baskonia y FC Barcelona disputan el cuarto partido en unas horas. Personalmente, opino que no importa cuál de los dos se clasifique. Al fin y al cabo, si queremos llevarnos el trofeo, tenemos que ganarles a todos.
Buenas noches, y feliz fin de semana.
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