viernes, 25 de marzo de 2016

Atrapados en el Tártaro (99-84)

El Real Madrid ha caído con rotundidad en el Pireo (99-84) en un encuentro vital para seguir en la lucha por la clasificación. KC Rivers, el mejor de los de Laso (17 puntos).



Dado que el encuentro ha sido una debacle por parte del combinado blanco, permitidme que le dé otro sentido a la crónica de hoy. Según la mitología griega, el Inframundo es el lugar al que van a parar las almas de los difuntos (y no, no estoy dando por muertos a los de Laso), donde serán sometidos a juicio y, dependiendo de cómo hayan sido en vida, sus ánimas descansarán en uno de los tres reinos disponibles: los Campos Elíseos, donde iban a parar los héroes y demás; los Campos de Asfódelos, donde descansaban las almas malvadas y, finalmente, el Tártaro, lo que viene siendo el más puro infierno, donde habitan titanes y monstruos.

Pues bien, parece ser que el Real Madrid Baloncesto ha ido a parar al mismísmo Tártaro, porque el partido de hoy ha sido, literalmente, un infierno. Y no sólo por el ambiente hostil que se respira siempre en el Pireo, ni por los árbitros, aunque han ayudado bastante (volviendo a ponerme mitológica, los compararía con el Can Cerbero, el perro de tres cabezas que protegía la entrada al Inframundo), sino por la pésima actuación de los chicos de Laso.

Y es que Caronte, el barquero encargado de transportar a las almas de los difuntos por el río Estigio, dejó a los madridistas a merced de un titán dormido que, por sorprendente que parezca, esta vez no fue el mexicano Gustavo Ayón (mérito el suyo de jugar con la mano como la tenía), sino el griego Vangelis Mantzaris. El jugador de Olympiacos, que venía de hacer unos partidos muy discretos, fue el verdugo ejecutor de los chicos de Laso. Sin embargo, no fue el único factor favorable a la victoria local.

Rebotes y defensa. Dos conceptos que hoy, simplemente, se han evaporado del diccionario blanco. Bien es cierto que tanto Felipe como Ayón han jugado tocados, pero es que su equipo no ha encontrado solución a estos problemas, y las segundas (y, en ocasiones, terceras) oportunidades concedidas a los de Sfairopoulos bajo los aros han sido una sangría que no se ha podido parar. El Real Madrid contaba con un average a favor de 12 puntos, por lo que uno de sus objetivos hoy era que, si perdían, debían por lo menos salvar esa diferencia. Tampoco se ha conseguido.

¿Y ahora qué? Ganar a Baskonia y a Khimki es obligatorio, pero parece ser que ahora también dependemos de terceros para seguir con opciones de clasificarnos. Aún así, estoy segura de que los chicos de Laso buscarán la manera de volver a subirse a la barca de Caronte y luchar para que el juicio vuelva a celebrarse y, esta vez, terminen en los Campos Elíseos.

Sigamos creyendo.

Fotos: Real Madrid

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