viernes, 3 de abril de 2015

La imparcialidad del periodista

Ayer se enfrentaban FC Barcelona y Real Madrid en lo que prometía ser un partidazo, y efectivamente no defraudó a nadie, pero durante el mismo no se hablaba del juego de Rudy (sublime un día más) o de la calidad de Hezonja con un excelente 5/6 en triples. Las redes sociales ardían en contra de las palabras de los comentaristas de Canal Plus, concretamente David Carnicero y en menor medida Amaya Valdemoro, a los que se tachó (nosotros incluidos) de poco imparciales. Ahora, en frío, nos preguntamos lo siguiente: ¿perjudican estas "actitudes" al deporte?

De izquierda a derecha, A. Daimiel, D. Carnicero, A. Valdemoro, N. Loncar


Cuando una persona contrata un canal de pago para disfrutar de su deporte favorito, ya sea fútbol, baloncesto o rugby (por poner varios ejemplos), espera disfrutar de los encuentros pensando tan solo en si su jugador estrella marcará 2 goles, si el entrenador hará reaccionar al equipo en los momentos clave o si vivirá algún momento inolvidable. Así mismo, espera encontrarse a unos comentaristas deportivos que hagan su trabajo con cierto rigor, que hagan del encuentro algo ameno y que hablen de los equipos que se enfrenten de manera imparcial, pero últimamente la televisión no para de llenarse de "periodistas" que apoyan a su equipo y nada más. Conocidos son Tomás Roncero y Lluis Mascaró, fieles seguidores de Real Madrid y FC Barcelona respectivamente, y a los que les cuesta hablar de otros equipos que no sean los previamente mencionados.

Una leyenda del micrófono.
Se nos viene a la cabeza el recuerdo de Andrés Montes, que hacía de cada retransmisión algo especial, una forma de arte con aquellos comentarios para el recuerdo, y que nos hacía disfrutar de cada encuentro como si fuera el último. Podía equivocarse, todos nos equivocamos, pero hizo del deporte algo atractivo y digno de ser visto. Ahora, sin embargo, raro es el partido que no genera polémica por las palabras de unos o de otros. Cada persona tiene su opinión, pero la nuestra es que estas actitudes no hacen ningún bien al deporte.

Es muy fácil hablar desde este lado, en el que todo se ve tan sencillo, pero solo pedimos que se trate por igual a todos los equipos, ya sea un equipo de la Liga Adecco o el flamante campeón de la Euroliga, a un equipo de Segunda B o al ganador de la última edición de la Liga BBVA, pues al aficionado le gusta disfrutar del juego y no tener que oír a un comentarista celebrando más los éxitos de un equipo o de otro. Para estos periodistas es fácil llegar a su asiento, alabar a los jugadores de un equipo, e irse a su casa, pero no se piensa en el aficionado que gasta cada mes una parte de sus ingresos para poder disfrutar de estos servicios y que ve como se menosprecia al equipo al que es fiel.

Por supuesto, muchos periodistas llevan a cabo su trabajo de manera brillante, a pesar de tener a un equipo favorito, y muchas veces no nos paramos a pensar que, al igual que redactamos mensajes en contra de aquellos que a nuestro juicio se equivocan, no agradecemos lo suficiente a aquellos que nos hacen disfrutar del deporte. Porque al fin y al cabo, el deporte es un espectáculo concebido para hacernos disfrutar, para divertirnos, para olvidar ese día malo en la oficina o simplemente, para enseñar unos valores, los valores del esfuerzo, de la constancia, de la creencia de que todo se puede hacer y esos valores deben de calar en nuestros hijos para que vean que rendirse no vale.

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